Esto es todo lo que soy ahora. Un monstruo. Una pared de hormigón impenetrable. Es en lo que me he convertido, después de mucho tiempo evitándolo.
En increíble ver cómo puedes llegar a convertirte en lo que más odias. He vuelto a "proteger" mi corazón, protegerlo de aquellos que querían estar conmigo, que sólo querían mi bien. He vuelto a tener miedo de todo otra vez. He vuelto... he vuelto al pasado.
Necesito convencerme de que todo va a ir bien otra vez... ¿Pero cómo voy a hacerlo si ni siquiera confío en mí misma? ¿Cómo pienso salir de este atrolladero una vez más? Es como si esta vez ya me hubiese cansado de luchar por seguir adelante, como si estuviese cansada de seguir tropezando con lo mismo, de seguir sufriendo por todo y por todos, incluso por personas que no merecen la pena. De seguir dándome cuenta de que hay muy pocas personas en las que confíar. De seguir pensando lo útil que soy para algunas personas en determinados momentos y lo inútil que me vuelvo después. De lo débil que sigo siendo, que ya ni mis propios pensamientos son capaces de decirme que deje de pensar en estas cosas.
Soy un monstruo. Un monstruo creado por la ira, el rencor, la frustación y las miles de millones de lágrimas que no he dejado de derramar en toda mi vida. Es todo aquello que odio, que quiero lejos de mí, fusionado en lo más profundo de mi alma. Un monstruo que amenaza con salir todos los días. Un monstruo que sólo yo puedo ver. Un terrible reflejo de lo que no quiero ser, pero que he acabado siendo.
¿Por dónde debería seguir ahora? ¿Debería volver a aislarme? ¿Qué es lo que tengo que hacer, cuando sé que probablemente no tenga remedio alguno? Sé que esto es una lacra para mí, y para todos aquellos que me quieren y apoyan. Pero ya no sé qué hacer.
1 comentario:
Me asusta lo mucho que me identifico con tus palabras.
La luz está ahí, siempre está, sólo que ahora es difícil de ver. Pero las nubes pasaran y la luz se podrá ver de nuevo.
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