Querido... Alguien.
Sí, tú. Ese que ha cogido esta carta. Ese que ha entrado en una casa abandonada de un pueblo abandonado del cual, muy probablemente, no logres salir.
Quiero contarte algo. Quiero confesarte algo. Quiero que pienses en aquello que más te importa, en aquello que luchas. Quiero que lo concentres con todas tus fuerzas, pensando también en que no vuelvas a verlo jamás. Quiero que grites con rabia, que expulses ese miedo, esa frustración, esa impotencia.
Bienvenido a mi mundo, Alguien. Bienvenido al dolor de este pueblo. Bienvenido a la privación de tus sueños y promesas. Bienvenido al lugar de donde no podrás escapar.
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